lunes, 30 de agosto de 2021

L'OMBRA. Tomás Aguiló Forteza.

L'OMBRA.

¿Veus aquella polsaguéra  Qu'alsa corrent un cavall ?  Sents que trota? Sents que trota?  Qui li cualca no 's Don Juan?


¿Veus aquella polsaguéra

Qu'alsa corrent un cavall ?

Sents que trota? Sents que trota?

Qui li cualca no 's Don Juan?


- Ay mare, la meua mare,

Prest a la torre pujau,

Y mirau si'l cavaller

Demunt la terra ombra fá.

¿Qué me dius, filleta meua,

Que 'm vols di' ab aquest esglày?

Ton marit es el qui vé.

- Mon marit qui 'm vé a matar.


LA SOMBRA.

¿Ves aquella nube de polvo que levanta un caballo a la carrera? Cómo trota! cómo trota! ¿Quién lo cabalga no es Don Juan?

Ay, madre, la mi madre, subid presto a la torre y ved si la sombra del jinete se dibuja sobre la tierra.

- ¿Qué me dices, hija? ¿qué significa tu espanto? Tu marido es el que viene.

- Mi marido que viene a matarme.


- ¿Qué me dius, filleta meua?

Si es éll qui l''estima tant!

- Ay mare, la meua mare,

Tot vos ho hauré de contar.

Ja sabeu qu'un més havia,

Sols un mès qu'eram casats,

Cuant per desgracia a la guèrra

Don Juan s'en hagué d'anar.


Per recordança una prenda

Jo li dehia que 'm deixás;

Que fos gelós no sabia,

Y éll l'ombra seua m' deixá.


Cuant s'en anava, a n'el pàti

Sols fehia ombra el seu cavall,

Y a la pared del meu cuarto

La seua ombra es va quedar.


Sèt senmanas se passaren,

Y un capvespre p'el meu mal

A n'el patge qui 'm lletgia

Fita fit el vatx mirar.


L'ombra qu'era molt oscura,

Que llavores era igual

A la qu'en punt de mitx dia

Els àrbres en terra fan,


- ¿Qué me dices, hija? si es él, que te ama tanto! - Ay, madre, la mi madre, todo os lo habré de contar.

Ya sabéis que sólo un mes, sólo un mes llevábamos de matrimonio, cuando por desgracia Don Juan tuvo que marcharse a la guerra.

Pedíale yo un recuerdo en prenda de su amor; no sabía que fuera celoso, y él dejóme su sombra.

Al partir solamente su corcel daba sombra en el patio y quedóse la suya fija en la pared de mi estancia.

Siete semanas pasaron, y una tarde, por mi mal, osé mirar de hito en hito al paje que me leía.

La sombra que era muy oscura, que entonces era igual a la de los árboles cuando se halla el sol en el zénit,


Poch a poch, ay, mare meua!

Ménos fosca es va tornar,

Com si una boyrina clara

Baix del sol s'hagués posat.


Sols tres dias se passaren

Y el patge m'besá les mans;

L'ombra era com la dels àrbres

Cuant la lluna está en el cuart.


Sols tres dias se passaren

Y el patge s'ajonollá;

L'ombra era com la dels àrbres

Cuant el cel está estrellat.


Ay, mara, la meua mara! (mare, la meua mare!; errata, sí, sí)

¿Qué mes vos tench de contar?

No havian passat tres dias...

L'ombra del tot s'apagá.


- ¿Sents, sents el cavall que trota? -

El cavallér entra ja,

Y antes qu'el mirás s'esposa,

Totduna en terra mirá.


Y tan prest com mirá en terra

Un crit doná molt amarch,

Y entre els brassos de sa mare

Desmayada va tombar.


Poco a poco, madre mía, menos oscura se volvió, como si por debajo del sol se hubiese esparcido débil niebla.

Solo tres días pasaron y besóme el paje la mano; la sombra era como la de los árboles cuando está la luna en su menguante.

Solo tres días pasaron y a mis pies postróse el paje; la sombra era como la de los árboles cuando brillan no más las estrellas en el cielo.

Ay, madre, la mi madre! ¿qué más os he de contar? No habían pasado tres días, y.... apagóse del todo la sombra.

¿Oyes, oyes como trota el caballo? - Entra el caballero y antes de mirarlo fijó en tierra sus ojos la esposa criminal.

Y tan pronto como la mira, exhala un grito horrible, y cae desmayada en los brazos de su madre.


- Correu, patges, correu, patges,

Veniu prest aquí Don Juan,

Qu' ha causat a vostre esposa

Tanta alegría un desmay.


- Mare, mare descuidada,

D'alegría no será:

Será qu'ha vist la meua ombra

Y li ha féta faredat.


Jo m'en vaig aná á la guerra

Com un cavaller honrat,

El meu còs ombra no fehia,

Sols ne fehia 'l meu cavall.


Sèt senmanas se passaren

Y un poch d'ombra m' va assustar:

L'ombra era com la dels àrbres

Cuant el cel está estrellat.


Sols tres dias se passaren,

Y m' vatx teme qu'en el camp

Fehia ombra com la dels àrbres

Cuant la lluna está en el cuart.


Sols tres dias se passaren,

Y jo m'en venia aviat,

Qu' aquella ombra m' perseguia

Com l'inimich mes fatal;


- Corred, pajes, corred, pajes, acudid pronto Don Juan; la alegría de vuestra llegada causó un desmayo a vuestra esposa.

Madre, madre descuidada, de gozo no será; sin duda ha visto mi sombra, y no ha podido dominar su terror.

Yo me fui a la guerra como honrado caballero, mi cuerpo no daba sombra, dábala solamente mi caballo.

Pasaron siete semanas y aterróme un poco de sombra; la sombra era como la de los árboles cuando brillan no más las estrellas en el ciclo.

Solo tres días pasaron y mi sombra en el camino era igual a la de los árboles cuando está la luna en su menguante.

Solo tres días pasaron y yo venia a todo el correr de mi caballo, porque aquella sombra me perseguía como el más rencoroso enemigo;


Poch a poch s'enfosquí l'ombra

Just com la qu'els àrbres fan,

Cuant una boyrina clara

A n'el sol li está devant.


No havian passat tres dias,

Tota l'ombra fehia ja,

Y es precís que a n' aquesta ombra

La cubresca jo de sanch. -

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Poco a poco se ennegreció y llegó a ser tan oscura como la de los árboles cuando cubre el sol débil niebla.

No habían pasado tres días, y vi ya dibujarse toda mi sombra en el suelo, y fuerza es que yo la cubra de sangre.

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domingo, 29 de agosto de 2021

CONSTANÇA D'ARAGÓ. 1284.

CONSTANÇA D'ARAGÓ.

1284.

https://es.wikipedia.org/wiki/Pedro_III_de_Arag%C3%B3n

https://es.wikipedia.org/wiki/Constanza_II_de_Sicilia

Respira, cor meu, respira,  Que prest del foch que 'l' turmenta  No romandrá ni una espira:


- Respira, cor meu, respira,

Que prest del foch que 'l' turmenta

No romandrá ni una espira:

Un broll de sanch no 'm retgira

Si de sanch las taques renta.

De ta llarga malaltía

Remey será aquexa sanch.

¿Qu'importa que noble sia?

Mes ho era la qu'un dia

Feu vermell mon manto blanch.

En mitx de tanta grandesa

Qu'als pesars consol no dona,

De cruels inimichs ofesa,

Per enganar ma tristesa

Duya d'òr una corona.


CONSTANZA DE ARAGÓN.

1284.

- Alienta, corazón mío, alienta; pronto no quedará ni una chispa del fuego que te abrasa; no me infunde pavor un chorro de sangre, si lava manchas de sangre.

Medicina a tu larga enfermedad será esta sangre. ¿Qué importa que sea noble?
Más lo era la que un dia enrojeció la blancura de mi manto.

En medio de tanta grandeza, escaso lenitivo a mis pesares, por crueles enemigos ultrajada, no logró jamás mi corona de oro engañar mi tristeza.


CONSTANÇA D'ARAGÓ. 1284. Rey en Pere III, Pedro III de Aragón


Mes fins ara 's pot dir qu'era

Reyna solament de nom

L'esposa del rey en Pere:

Que som reyna vertadera

Ben prompte ho veurá tothom.

Res em fa que pugan creure

Que de bronzo un cor abrich.

No 'm quedarán res a deure:

Del cálzer que 'm feren beure

Ne beurá mon inimich.

Que plor. Si. Qu'ensaboresca

Aquell glop d'amarch verí.

Per ágre que li paresca,

Com las gotes d'una bresca

Els seus plors serán per mí.

Y ¡cóm s'engana si espera

Que podrá la compassió

Fer tornar mon bras arrera!

L'esposa del rey en Pere

Arrera no torna, no.

Primer daria a mans plenes

Les joyes de mon tresor,

Mon manto faria benes,

Sanch treuria de mes venes,

Trossos faria mon cor.

Que totes les nits encara

Quant estich mitx condormida,

M'arriba una veu ben clara,

La triste veu de mon pare,

Que “mort y venjança” crida.


Mas, hasta ahora solo en el nombre puede decirse que era reina la esposa del rey Don Pedro, pronto confesará el mundo que soy reina verdadera.

Que lo crean, que es de bronce mi corazón! Saldada quedará la deuda. Del cáliz que me dio a beber beberá mi enemigo.

Que llore. Sí. Que saboree toda la hiel de aquel veneno. Qué importa que sea amargo; como gotas de miel serán sus lágrimas para mi corazón.

Y ¡cuánto se engaña si espera que podrá la compasión detener mi brazo! No retrocede, no, la esposa del rey Don Pedro. (III de Aragón)

Antes desperdiciaría las joyas de mi tesoro, trizas haría de mi manto real, regaría la sangre de mis venas, rompería en pedazos mi corazón.

Que todas las noches, cuando viene el sueño a cerrar mis párpados, llega todavía la voz triste de mi padre clamando “muerte y venganza”.


Venjança, dolsa venjança,

Anys fa qu'envers tú m'empenyen

El desitx y l'esperança;

Pero avuy mon bras l''alcança,

Avuy mos brassos l''estrenyen.

No 'l' deixaré. No m'espanta,

No 'm gela 'l cor el nom teu:

Quant ets justa també ets santa,

Ets un cástich qu'adelanta

L'invisible má de Deu.

Me venjaré a tota ultrança:

Qu'el botxí son ferro esmol,

Y axí veurán còm s'alcança;

Qu'aquesta avorrida França

En sentir mon nom tremol. -


Axó 's deya a sí matexa

La reyna dona Constança,

La muller del rey en Pere,

Qu'en la Sicilia comanda.

En son palau de Messina

Tanta de gent s'ha aplegada,

Que en sa cort, mes no 'n tendría

L'emperatriu de Alemanya.

En son trono está la reyna

Ab la corona posada,

Ab lo pom d'òr y lo sceptre,

Distintius de soberana.

Dels infants que tant estima

Un ne vol a cada banda,


Venganza, dulce venganza! años ha que a ti me arrastra mi anhelo, tú eres mi única ilusión; mas hoy logro alcanzarte, hoy te estrecho entre mis brazos.

No te dejaré. No me estremece, no hiela tu nombre mi corazón; eres el castigo que anticipa la invisible mano de Dios.

Me vengaré a todo trance; que afile su hacha el verdugo; así verá el mundo como tiembla solo a mi nombre esa aborrecida Francia. -

Así hablaba a su corazón Doña Constanza, la esposa del rey Don Pedro, la soberana de Sicilia.

Es tanta la muchedumbre que se ha juntado en su palacio de Mesina, que más grande no la tuviera en su corte la emperatriz de Alemania.

En su trono está la reina, ceñida a su frente la corona, en sus manos el globo de oro y el cetro, emblemas de soberana.

A su lado tiene a sus amados hijos, su alteza


Té en Frederich a má esquerra,

A má dreta l'alt en Jacme.

Y sols ells tres allá séuen

En les cadires daurades,

Sobre vistosa catifa

De flors vermelles y blaves.
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Ornament que sembla impròpi,

Del costat la paret tapan

Una folgada cortina

Y un dosser de negre llana.


De Jesucrist la figura

Imponent allá destaca,

Coronat el cap d'espines,

En la creu les mans clavades,

Devant ella resplandexen

De cera groga sis atxes

Que ab la seua llum recordan

Les de trista funeraria.

Y prop d'allá per lo sèries

De terror el pit conglassan

De set rigurosos jutges,

Vestits de negre, les cares,
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Ni se miren, ni sonríuen,

Ni se parlan ab veu baxa,

Y aquella cambra está plena

De cavallers y de dames;



el infante Federico a la izquierda, y a la diestra Don Jaime.

Solo ellos tres ocupan los dorados asientos sobre una vistosa alfombra de flores azules y coloradas.

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Impropio semeja el ornamento de la estancia; de un lado cubren la pared una holgada cortina y un dosel de negra lana.

En el fondo destaca severa y majestuosa la imagen de Jesucristo, coronado de espinas y clavado en la cruz.

Sobre el altar resplandecen seis blandones de amarilla cera, y su luz recuerda la de tristes funerales.

Y junto a él se hallan sentados y vestidos de negro siete jueces de imponente aspecto; su rostro hiela de terror.

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No se dirigen una mirada, ni sonríen, ni se hablan por lo bajo, y está llena la sala de damas y caballeros,


De patges y de donzelles,

De barons de antich paratge,

De prelats que duhen mitra,

De guerrers qu'han guanyat fama;

De valents que compartexen

Ab el gran Rotger de Lauria

Lo domini de les ones,

Els perills de les borrasques.

Hi há nobles de Sicilia,

De la Grecia, d'Alemanya,

Catalans, aragonesos...

Sols un de francesa rassa.
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En Carles príncep de Nápols,

Del tronch d'Anjú noble rama,

Que a n'en Rotger sens afronta

Rendí sa vensuda espasa,

N'es aquest qu'allá se troba

Presoner y en mitx de llançes,

Aguardant que decidesca

De sa vida una paraula.

Ni la tem, ni la provoca.

De sos ulls tranquils no saltan

Ni de fel amargues gotes,

Ni espires d'encesa rábia.

Sabent a qué está sotsmesa

La cega sòrt de les armes,

Ni l'orgull son front axeca,

Ni 'l dolor son front acala.


De pajes, doncellas y barones de antiguo linaje, de prelados y guerreros de ilustre fama,

De valientes que con el gran Roger de Lauria compartieron el dominio de las olas y el peligro de las tormentas.

Hay nobles de Sicilia, de Grecia, de Alemania, catalanes, aragoneses.... uno sólo hay, uno de francesa estirpe.

Don Carlos príncipe de Nápoles, de la noble rama de Anjou, el que sin afrenta depuso a los pies de Roger su vencida espada,

Es el que allí entre lanzas se halla prisionero, aguardando a que decida de su suerte una palabra.

Ni la teme, ni la provoca. De sus tranquilos ojos no se desprenden amargas gotas de hiel, ni una chispa de furor centellea de sus pupilas.

Sabe que es ciega la suerte de las armas, he aquí porqué ni eleva su frente el orgullo, ni la abate el dolor.


Mes fort que son bras de ferro

Quant feria en la batalla,

Un cor té que no 'l doblegan

De la mort les amenasses.

Prou coneix qu'ella s'acosta,

La remor sent de ses ales,

Y la sent com grossa alzina

Els bramuls de la ventada.

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Fit a fit la reina 'l mira,

Y llavores sí que ratja

Sanch mes viva y mes bullenta

De son cor l'antiga llaga!

Del color de les roselles

Enceses mostre les galtes,

Y del foch qu'en son pit cova

Respiran p'els ulls les flames.

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Rompent aquell llarch silenci:

- ¿Sabeu, oh jutges, esclama,

Que del Rey Manfré som filla?...

Som la filla desditxada! -

Y sa passió rencorosa

Cedint a la pena amarga,

Son esperit li flaquetja,

Y sos ulls en plors esclatan.


Más fuerte que su brazo de hierro cuando hiere en la batalla, más fuerte es su corazón; no le ablandan las amenazas de la muerte.

Bien conoce que esta se aproxima, ya siente el rumor de sus olas; siente como la poderosa encina los bramidos del vendaval.

Le contempla la reina tenazmente, fija en él su mirada, y es entonces más viva y ardiente la sangre que chorrea por la antigua llaga de su corazón.

Enciende su rostro el color de la amapola, y sale por sus ojos la llama del fuego que devora su pecho.

Rompiendo aquel tan largo silencio exclama:

¿Sabéis, oh jueces, que soy la desdichada hija del rey Manfredo?... -

Y cediendo a su amarga pena la pasión rencorosa, flaquea su espíritu y rompe en llanto.



- No ploreu, aquells responen,

Senyora, seréu venjada.

Del rey Manfré la memoria

Lo temps no ha esborrat encara.

Del rey Coradí l'afronta

Hem pesat en la balança:

Cap per cap es la justicia,

Mort per mort la lley demana. -

- Demá...! y s'atura. - Reyna!

Diu el príncep ab gran calma,

Si fòs encara possible

Demanaria una gracia.

- No hi há mercé. - Es tan petita!

- Y es? - Morir quant la campana

Tòqui a las tres del capvespre

La tercera batayada.

- Per qué axí?... - Demá 's divendres,

Mon calvari es una plassa,

Y en el seu en aquesta hora

Mon Redemptor espirava.
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Commoguda, com si fossen

Tan poques y humils paraules

Ferest tró d'una centella

Que reventás dins la cambra,

La reina s'axeca dreta,

Gira el cap, y ses mirades

En la figura 'n tropessan

Que baix del dosser ressalta.


- No lloréis, responden los jueces, seréis vengada señora. El tiempo no ha borrado todavía la memoria del rey Manfredo.

Hemos pesado en la balanza la afrenta del rey Coradino; cabeza por cabeza, esta es la justicia; muerte por muerte, esta es la ley.

- Mañana...! y se detiene. - Reina! dice el príncipe con sosiego, si aún fuera posible os pediría una gracia.

- No hay perdón. - Es tan corta...! - Y es?

- Morir a las tres de la tarde, al sonar la tercera campanada.

- Por qué así?... - Mañana es viernes, una plaza es mi calvario, y en el suyo y en aquella hora exhaló mi Redentor el último suspiro. -

Conmovida, como si estas breves y humildes palabras fuesen el pavoroso trueno de un rayo caído en la estancia,

Levántase la reina, vuelve la cabeza y su mirada se encuentra con la figura que bajo el dosel extiende sus brazos.


Gran batech el cor li dona,

Mut gemech son pit eczhala, (exhala)

Y ab sa veu que li tremola,

Pero veu ben estil-lada:

- Barons, diu, en Catalunya

Lo Rey mon espòs s'encuantra,

A ell li pertany fer sentencia

De tal príncep en la causa.

Si mon perdó necessita,

Lo té ja, qu'a mí no 'm bastan

Els llorers que se mostian,

Els llorers qu'ab sanch se guanyan. -


Com estorats tots se quedan

Mentres qu'ella s'adelanta,

Al príncep besa en la boca

Y sa ma dreta li allarga.

Y ningú 's tem que sa esquerra

Comprimint son pit estava,

Y que 's deya a sí matexa:

- ¡Calla, cor meu, calla, calla!

No 'm recordis que som reyna,

Recórdem que som cristiana,

Que Jesucrist es mon mestre,

Que Jesucrist es mon pare. -

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Sacude su corazón un fuerte latido, mudas quejas su pecho exhala, y con voz temblorosa pero segura:

- Barones, dice, en Cataluña se halla el rey mi esposo, a él toca fallar en la causa de este príncipe.

Si mi perdón necesita, lo tiene ya; no me bastan laureles que se marchitan, laureles ganados con sangre.

Asombrada queda la muchedumbre mientras ella se adelanta, besa al príncipe en la boca y le alarga su diestra.

Y nadie se apercibe de que comprimiendo con la otra mano su corazón, le decía:
- Calla, corazón mío, calla, calla!

No me recuerdes que soy reina, recuérdame que soy cristiana, que Jesucristo es mi maestro, que Jesucristo es mi padre. -

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