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viernes, 27 de agosto de 2021

LA MORT DELS MONCADAS. Joseph Lluis Pons.

LA MORT DELS MONCADAS.

I.

PARTIDA.


- Trau mon cavall mes valent,

Trau ma llansa mes guarnida,

Mon escut ab vadells d´or

Y l´ perpunt y capellina;


Perque demá al trencar l'alba

Lo cavall durá la brida,

Y jo l´èlm d'acér al front,

Daga y espasa a la cinta.



LA MUERTE DE LOS MONCADAS.

(Moncada, monte cateno, mont cadà)

I.

LA PARTIDA.

- Saca mi caballo más esforzado, mi mejor guarnecida lanza, mi escudo que tiene esculpidos becerros de oro y dame el perpunte y capellina;

Porque mañana, al asomar el alba, embridaré mi corcel, me calaré el acerado yelmo y ceñiré espada y daga.


Pe'l camí de Tarragona

Dirás que som de partida:

De Salou navegarém

A les costes mallorquines.


Ab lo senyor Rey en Jaume,

De Barcelona ab lo Bisbe

Y la flor dels cavallers

Que Catalunya trepitjan.


Quatrecents ab mí segueixen,

Que tots sols prou ne serian

Per ofegar al rey moro

Dintre lo mar de les illes.


Adeu siau, Vescomptessa, (comite: comte, no compte, ni vescompte, ni vescomptessa)

No ploreu, la meua vida,

Prest tornarán nostres veles

Blanquejant per la marina. -


Diu lo Vescompte en Guillem;

Y quant l'alba n'era eixida

Ab son germá Don Ramon

Y l´s cavallers que l' seguian,


Envers les altes finestres

Mes d'un colp girant la vista,

De son castell de Moncada

Baixa armat a tota brida.


Di que parto camino de Tarragona, y que desde Salou navegaremos hacia las costas mallorquinas,

Con nuestro rey Don Jaime, con el obispo de Barcelona, y con la flor y nata de los caballeros de Cataluña.
(Sí, claro, solo caballeros catalanes para la conquista; hay que ganarse la joya, y hay que lamer culos, Pepico Luis.)

Cuatrocientos son los que me siguen y ellos solos bastarían para ahogar al rey moro en las ondas que bañan sus islas.
(Tanto bastaron ellos solos que se los cargaron los moros mallorquines.)

Adiós quedad, la vizcondesa, no lloréis, vida mía, que presto veréis volver nuestras blancas velas por el azul de los mares. -

Así dice el vizconde Don Guillermo, y cuando ya clareaba el alba, con su hermano Don Ramon y con los caballeros de su séquito,

José Guillermo "Guillermón" Moncada Veranes


Desciende armado a rienda suelta de su castillo volviendo más de una vez los ojos hacia sus altas ventanas.

Als camps de Santa Ponsa  No gayre lluny del mar,  Al mitj d'una pineda  S'aixeca un pi mes alt.


II.

ARRIBADA.

Als camps de Santa Ponsa

No gayre lluny del mar,

Al mitj d'una pineda

S'aixeca un pi mes alt.


Lo cap sobre la soca,

D´esquena 'n el penyal,

Guillem lo de Moncada

Greument hi jau nafrat.


Desfeta la llonga,

La cinta sens punyal,

Vermella y esmussada

La espasa n' té al costat.


La vista enterbolida

Cercant lo seu germá,

Del pit, mentres respira,

N'hi brollan glops de sanch.


Del Bisbe que l'auxilia

La creu ne du en les mans,

D´alsarla fins als llábis

No n' té forsa 'n el bras.


II.

LA LLEGADA.

En los campos de Santa Ponsa, no lejos del mar, en medio de los pinares sobresale un elevado pino.

Con la cabeza sobre su tronco, y tendido de espaldas sobre el peñasco, yace allí herido mortalmente Guillermo el de Moncada.

Destrabada la loriga, sin daga en el cinto, con la espada mellada enrojecida a su lado.

Busca a su hermano con los ojos mortecinos, y cada vez que respira, chorrean de su pecho, borbotones de sangre.

Tiene entre las manos la cruz del obispo que le agoniza (auxilia mientras agoniza)y falta fuerza a su brazo para llevarla hasta sus labios.


Entorn los homens d´armes (algunos hombres de Arnes, Tarragona, igual iban)

Mirantlo enrevoltats,

Als altres que n'arriban

Lo signan ab pietat.


Donzells allí s'aplegan,

Barons y capitans,

Y al mitj de tots En Jaume

Baixant de son cavall.


III.


MORT.

- Derrera aqueixes platjes

Ne veig finir lo sol,

Lo sol d´eixa diada

Será l' meu derrer goig.

Plany al qui en terra estranya

Lluny de sa patria mor.
Adeu, lo Rey en Jaume,

Adeu, Rey d'Aragó;

Ab vos vinguí a Mallorca,

Mes no hi entraré ab vos.

Plany al qui en terra estranya

Lluny de sa patria mor.


(JA JA! Mallorca no era todavía patria catalana. Y esto lo escribe un iluminado catalanista de la Renaixença. Em pixu! Me hace falta un bacín mientras edito esto.
“Mes no hi entraré ab vos”: se refiere a la Ciudad de Mallorca, llamada Palma o Pauma después. La isla, illa, s´illa, ipsa insula, se llamaba ya así, con variantes, Maiorice, Maiorica, Malorca, Maylorca, Mallorca, Mallorques, la mayor de las islas pitiusas, pi, pino, Portopí
).

Los hombres de armas contemplándole al rededor le señalan con ademán compasivo a los otros que van acercándose.

Júntanse allí donceles, barones y caudillos, y Don Jaime, apeándose de su caballo, llega en medio de todos.

(Un gran héroe este Guillermico Moncada que muere a las primeras de cambio).


III.

LA MUERTE.

- Veo acabar el sol tras estas playas: el sol de este día será mi gozo postrimero. - ¡Llorad al que muere lejos de su patria en extranjera tierra !

Adiós rey Don Jaime, adiós rey de Aragón, con vos vine a Mallorca, pero no entraré con vos en ella.-
Llorad al que muere lejos de su patria en extranjera tierra.

(Lo de “lejos de su patria” se entiende bien para un catalán, castlán, chatelain o châtelain, en fin, un castellano que no ha salido de sus dominios. Recuerdes Vds. que era Vizconde, Vescomte, Viscomte, Vice-comite.)

Lo de “lejos de su patria” se entiende bien para un catalán, castlán, chatelain o châtelain, en fin, un castellano que no ha salido de sus dominios


Mallorca será presa,

Venjat lo nostre afront;

Iglesies ses mesquites,

Y creus ses llunes d'or.

Plany al qui en terra estranya

Lluny de sa patria mor.

Tornantsen les galeres,

Tornantsen a Salou,

Ses filles y ses mares

Veurá quiscun de l'host.

Plany al qui en terra estranya

Lluny de sa patria mor.

Mes ¡ay! las salsaredes

Ubagues de Besòs,

Les serres de Moncada

May mes reveuré jo.

Plany al qui en terra estranya

Lluny de sa patria mor.

Castell de los meus pares,

Castell dels meus recorts,

Ja may per darme entrada

Baixar faré l'teu pont.

Plany al qui en terra estranya

Lluny de sa patria mor.

¡Ay, trista Vescomptessa

Guaytant de nit y jorn,

May mes per la marina

Veuréu vaixell que m' torn.

Plany al qui en terra estranya

Lluny de sa patria mor.


Mallorca será conquistada y quedará vengado nuestro ultraje: sus mezquitas serán iglesias y cruces sus lunas de oro. - Llorad al que muere lejos de su patria en extrangeratierra.

Tornándose las galeras de vuelta hacia Salou cada guerrero de nuestra hueste verá a su madre y a sus hijos. - Llorad al que muere lejos de su patria en extrangera tierra.

Mas ¡ay de mí! nunca volveré a ver las sombrías alamedas del Besós ni las sierras de Moncada. - Llorad al que muere léjos de su patria en extrangera tierra.

Castillo de mis antepasados, castillo de mis recuerdos, jamás haré ya bajar tu puente levadizo para darme paso. - Llorad al que muere lejos de su patria en extranjera tierra.

¡Ay desdichada vizcondesa! por más que mires día y noche hacia los mares, nunca verás la vela del bajel que a ti me torne. - Llorad al que muere lejos de su patria en extranjera tierra.


Devall d'eix pi selvatje

Jaurá enterrat mon cos;

La tomba que esperava

Escrit durá altre nom.

Plany al qui en terra estranya

Lluny de sa patria mor.

Tinguda es ma paraula,

Del fat ja m'en conhort,

Mes lluny de Catalunya

Morir ¡oh Rey! me dol.

Plany al qui en terra estranya

Lluny de sa patria mor.


IV.

RECORT.


¡O fills de Barcelona!

Los jorns primers del maig,

Quant brots pámpols tendres

Verdejan pe'ls vinyats

Y xisclan cruixidelles

Gronxantse en los cimals;

D'aquell turó que rónech

Aixeca al Nort lo cap,

Del riu Besòs en l'aygua

Rojenca l´s peus mullant,

Pujeu fins a la cima

Lo dia al ferse clar.


Mi cuerpo quedará enterrado al pie de este rústico pino, y la tumba que aguardaba mi cadáver llevará escrito otro nombre. - Llorad al que muere lejos de su patria en extranjera tierra.

Cumplí mi palabra: me resigno a mi suerte; pero ¡o rey! siento morir lejos de Cataluña.-

Llorad al que muere lejos de su patria en extranjera tierra.

IV.


ÉL RECUERDO.


¡Hijos de Barcelona! en los primeros días de Mayo, cuando los capullos y los tiernos pámpanos verdean por los viñedos y los trigueros pían columpiándose en las altas ramas, trepad al clarear el día hasta la cima de aquel monte aislado y solitario que hacia el norte de la ciudad empina su cabeza y moja sus pies en las rojizas aguas del Besós.


Veuréu d'un castell gótich,

Que n'era dels mes alts,

Les torres trossejades,

Xapats per terra l´s archs.

Blavenques etsevares

Per tot sos murs voltant,

Y blanques englantines

Pe'l mitj dels tristos carts.

Llavors, si l´s ulls atónits

Gireu envers lo mar,

Les illes de Mallorca

Veuréu si bè oviráu,

De l'ona llunyadana

Dormint sobre l' mirall.

Allí per l' honra vostra

Pe'l Deu que n's es sagrat,

Moriren els Moncadas,

Mes ¡ay! tots dos germans.

Si aymau la dolsa terra

Que infants nos alletá,

Y l´s seggles richs de gloria

De nostre august passat,

Digueu al despedirvos

Les timbes devallant:

“Germans, els de Moncada,

Per sempre Deu vos guart.”

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Allí veréis las destrozadas torres y los hendidos arcos de un castillo gótico de los más ilustres. Las azuladas hojas de las pitas cercan por todas partes sus muros y se divisan por entre los tristes cardos, las blancas englantinas. Entonces, si volvéis hacia el mar los asombrados ojos, veréis mirando atentos, las islas de Mallorca durmiendo sobre el espejo de las ondas lejanas. Allí por nuestro Dios por nuestra honra murieron ¡ay! los Moncadas, murieron ambos hermanos.

Si amáis la tierra querida que nos amamantó en la niñez, y los siglos de nuestro pasado augusto, ricos en glorias, decid al despediros, bajando por los derrumbaderos: “Hermanos, los de Moncada, por siempre os guarde Dios.”

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viernes, 6 de marzo de 2020

CÓDICES DE LA CATEDRAL DE TORTOSA

LOS CÓDICES DE LA CATEDRAL DE TORTOSA, 
POR EL
Dr. D. RAMON O'CALLAGHAN,
Canónigo Doctoral de dicha Santa Iglesia,
Archivero del Excmo. Cabildo, y por el Excmo. Ayuntamiento Cronista de Tortosa.
TORTOSA.
Imp. católica de José L. Foguet y Sales, Moncada,49.
1897.

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Editado por Ramón Guimerá Lorente.

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Sume tibi librum grandem, et scribe in eo. Isaiae 8, 1.

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En el Apéndice a los ANALES DE TORTOSA que publicamos hace poco, dedicamos un capítulo al archivo de esta catedral, reseñando brevemente sus riquezas históricas. Entre estas figuran de un modo muy distinguido los preciosos Códices que posee, muchos de ellos admirables no sólo por su valor histórico, sino también como objetos de arte, pues revelan la altura que este alcanzó en los tiempos pasados. También son dichos Códices un grande honor para la iglesia de Tortosa, porque manifiestan la importancia y el poder que tuvo en aquella época, en que invirtió cuantiosas sumas para adquirir estos libros; y el noble anhelo que la distinguió por conservar y difundir el sagrado depósito de la ciencia, que recibió con una mano de las generaciones antiguas, y trasmitió con la otra a las que habían de venir, las cuales agradecidas, no pueden menos de admirar este legado que por todos conceptos es de un gran mérito. Para darlo a conocer, supuesto que forma una de las mayores glorias de esta iglesia, ofrecemos a nuestros amigos en este libro un catálogo o reseña de sus preciosos Códices, tanto más interesantes en cuanto se han conservado prodigiosamente al través de los siglos, y entre las muchas vicisitudes que ha pasado esta ciudad, en las guerras, sitios y trastornos de todas clases.

Tortosa enero de 1897.

I.

Introducción.- Inventario de los Sres. Denifle y Chatelain.

La afición de cada día mayor que se observa respecto a las investigaciones históricas, y el estudio a que se prestan los datos ú objetos que con frecuencia se descubren, han creado un sinnúmero de asociaciones, destinadas exclusivamente a fomentar dichos descubrimientos y a conservarlos.
Ciertamente que a estos trabajos de investigación se puede aplicar con toda propiedad aquella máxima de los sagrados libros: Colligite quae superaverunt fragmenta ne pereant. Recojed los fragmentos que han quedado, para que no se pierdan.

La facilidad y economía en los medios de comunicación de la época actual, también ha sido un poderoso auxilio sobre este punto. Calcúlense las molestias y dispendios que se debieron ofrecer al P. Florez, cuando a mediados del siglo XVIII hubo de recorrer toda nuestra nación para escribir su «España Sagrada». Lo mismo puede decirse de la obra que con igual título escribió el P. Risco a principios de este siglo, y del «Viaje literario a las iglesias de España» del P. Villanueva.

Dada la actual facilidad de las comunicaciones, se comprende que por todas partes se multipliquen los viajes literarios. Concretándonos a esta catedral, han sido varias las comisiones y personas particulares que con motivos científicos la han visitado de algunos años a esta parte. Recordaremos el sabio P. Fanla, Religioso italiano de la Órden de San Francisco, que vino el año 1876 con objeto de recojer datos para la colección de sermones de San Buenaventura que publicaba dicha Orden religiosa. Posteriormente, el año 1878 estuvo aquí el muy ilustrado Dominico P. Rivas, autor de la Historia eclesiástica que sirve de texto en muchos Seminarios de España, quien junto con otro
Dominico español examinó los Códices de este archivo, tomando notas de grande interés sobre las obras de Santo Tomás de Aquino.

Dos años después vino por primera vez a esta ciudad, con igual motivo de inspeccionar las obras de Santo Tomás, el distinguido P. Enrique Denifle, también Dominico, austríaco de nación, sub-Archivista del Vaticano, acompañado de otro Religioso francés de la misma Orden. Ambos hicieron grandes elogios de los Códices que posee esta iglesia. El año 1880 volvió otra vez el P. Denifle, tomando interesantes apuntes, y fijándose de un modo especial en un Códice del siglo XIII, que contiene la exposición del Credo o Símbolo de los Apóstoles, obra del Dominico P. Raimundo Martín, el cual Códice además de su gran mérito, tiene la particularidad, según dijo el P. Denifle, de ser el único ejemplar que ha visto en las muchas bibliotecas que ha tenido ocasión de examinar.

En 1892 visitó este archivo y examinó los Códices, el sabio Jesuíta alemán P. Guido Dreves, escritor de gran nota y censor de libros en el colegio de Exacten, quien recorrió los archivos y bibliotecas de España y de otras naciones, buscando datos para una obra de Liturgia antigua que escribía, y según manifestó los halló de mucho interés en los Códices de esta catedral. Al poco tiempo vino el notable escritor, también Jesuita y alemán, P. Francisco Ehrle, individuo del Consejo Directorio de la Biblioteca del Vaticano, quien visitó esta iglesia y examinó el archivo, al efecto de completar algunas noticias relativas al cisma de Occidente y al llamado Papa Luna, sobre todo lo cual tenía muy adelantada una obra histórica.

En 1894 visitó asímismo este archivo un joven seglar inglés, llamado Arturo S. Hunt, a quien recomendaba para los fines de su viaje literario la Universidad de Oxford, en Inglaterra, según un documento que presentó librado por dicha Universidad. El objeto de este viajero era tomar notas y hacer un índice de los Códices para una obra que sobre esto debía publicarse. Al efecto formó un catálogo numerado, expresando el título del libro o Códice, siglo en que fue escrito según su opinión, y alguna otra particularidad digna de notarse.

Pero el trabajo de más importancia y de mayor mérito respecto a clasificar los Códices, débese a los muy ilustrados Archivistas, el citado P. Enrique Denifle, y D. Emilio Chatelain, francés de nación y Bibliotecario de la Universidad de París. Estos dos notables escritores visitaron el archivo y examinaron los Códices de esta catedral a primeros de septiembre del año 1895. El P. Denifle los conocía perfectamente pues esta era la tercera vez que venía a Tortosa con este objeto. Así se explica el que a pesar de los pocos días que emplearon en su cometido, el trabajo practicado por dichos señores es muy perfecto según veremos.

Se edita en París una publicación titulada «Revista de Bibliotecas, la cual como su nombre indica, tiene por objeto dar a conocer todo lo más notable que contienen las bibliotecas y archivos de Europa. Tal fue el aprecio que aquellos distinguidos escritores hicieron de los Códices de esta catedral, que formaron un Inventario muy completo de todos ellos, clasificándolos por el siglo en que cada uno fue escrito, haciendo sobre muchos Códices observaciones que aunque breves son de grande interés y revelan un criterio superior.

El número de dicha Revista correspondiente a los meses de enero y febrero de 1896, se destinó exclusivamente a dar cuenta de los mismos. Forma un cuaderno que se titula Inventarium Codicum manuscriptorum Capituli Dertusensis.

Le precede, escrito en elegante latín, un prólogo que firman los dos ilustres archivistas. Dicen en él, que era muy grande su deseo de examinar los Códices de esta catedral; y que después de haber inspeccionado el archivo de la de Barcelona, vinieron a Tortosa a primeros de septiembre de dicho año 1895, los días en que esta ciudad estaba engalanada, reinando en ella la mayor animación con motivo de celebrarse las anuales fiestas de la Virgen de la Cinta. Ello no obstante, pudieron satisfacer cumplidamente sus deseos, examinando como querían todos los Còdices de esta catedral.

Después de expresar esto dan una idea general de los Códices y del sitio donde están colocados, pareciéndoles bien los trabajos y dispendios que se han hecho de pocos años a esta parte, a fin de asegurar por largo tiempo la conservación de tan preciosos libros.

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