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miércoles, 30 de enero de 2019

Bernardino Gómez Miedes, don Iayme I el conquistador

Extractos del libro de Bernardino Gómez Miedes :


LIBRO OCTAVO

Capítulo primero, de la fama y renombre que el Rey ganó por la conquista de Mallorca, y como fue llamado y prohijado por el Rey de Navarra.

Conquistada al ciudad
y Isla de Mallorca, el nombre y fama del Rey fue tan célebre, y se extendió con tanta gloria y reputación suya, por todas partes: que no solo acrecentó el temor y espanto a los Reyes Moros, pero mereció todo favor y gracia para con los Príncipes Cristianos. Porque demás que amedrentó al Rey de Túnez, uno de los más poderosos de África, para que no osase enviar el socorro prometido al Rey de Mallorca: Y a quien el sumo Pontífice y ciudades de Italia tuvieron en tanto, que invocaron su favor y ayuda (como adelante se dirá) para contra el Emperador Federico: También el Rey don Sancho de Navarra, entendidos sus tan prósperos successos y señaladas hazañas, se le aficionó en tanta manera, que lo prohijó, y aunque con desigualdad suya, quiso también ser de él prohijado. Mas porque tratemos agora de este tan señalado efecto de amor y afición, como se arguye de la adopción, o prohijamiento, que pasó entre estos dos Reyes, junto con los varios successos del: declaremos quien fue este Rey don Sancho de Navarra, juntamente con las causas y razones que tuvo, así para prohijar al Rey de Aragón, como para ser prohijado del, no embargante que el partido del de Aragón fuese muy aventajado al suyo. Fue este Rey don Sancho, el mejor y más esforzado que jamás tuvo Navarra, a quien por su grande constancia en llevar siempre sus empresas adelante, demás de ser muy valiente de su persona, llamaron el fuerte. El cual después que salió victorioso de aquella famosísima, y siempre memorable batalla de Vbeda, en las Navas de Tolosa, cuando hecho un cuerpo con los Reyes de Castilla y Aragón, vencieron a doscientos mil Moros (como en el primero libro se ha dicho) volviendo a Navarra, con el ocio se hizo excesivamente gordo, y también con la dolencia de gota que le sobrevino, que miserablemente le atormentaba, vino a ser tan gafo, y lisiado de pies y de manos, que ya no podía moverse de un lugar, sino estarse tullido siempre en la cama, volviéndose tan difforme, que tenía empacho de ser visto en público. Puesto que dicen otros, que su mal fue una muy grave dolencia de cáncer que se le encendió en una pierna, y que por esto se estuvo siempre retirado en el castillo de Tudela, sin salir del mucho tiempo, y sin dejarse ver sino a muy pocos de sus privados. Haziale a este buen Rey, viejo, enfermo, y sin hijos continua y solapada guerra el Rey de Castilla, pretendiendo tener derecho al reyno de Navarra, y para no mostrarse en ella, solicitaba a don Diego López de Haro señor de Vizcaya (que es la Cantabria marítima) con el cual de mucho antes tenía el Rey de Navarra diferencias, por los pueblos de Alaua y Guipuzcua entre Nauarra y Vizcaya. Y así con esta ocasión el de Castilla le valía con gente y dinero para proseguir la guerra en su nombre contra el de Navarra. Con esto don Diego con la gente Castellana corría el campo a don Sancho, y no había quien le resistiese. De suerte que viéndose don Sancho imposibilitado para defenderse dellos, y que por mucho que se acomodaba en los partidos de paz que les movía, no querían venir a concordia: determinó de avenirse con el Rey de Aragón, y con su favor y ayuda valerse contra ellos. Pues como se hallase en Tudela, ciudad de las principales de Navarra, de muy alegre, llano y hermoso asiento, a la ribera del Ebro río caudalosísimo, en los confines de Aragón y de Castilla, y a vista del gran monte de Moncayo, envió sus embajadores al Rey don Iayme a Zaragoza, donde a la sazón era llegado de la conquista de Mallorca, para hacerle saber, como tenía muy grande voluntad y afición de alcanzar su amistad, y hacer ciertas alianzas y conciertos con él muy a su gusto y provechosos para sus Reynos. Y como por sus manifiestos impedimentos de edad y dolencias, no pudiese ir en persona a verse con él, le rogaba muy de veras quisiese venir a verle en Tudela, pues estaba propinca a Zaragoza. Oído esto por el Rey, y entendida la gran dolencia y impedimentos de don Sancho, pues la distancia no era más de una jornada, determinó de ir a verle, y contentarle: así por conocer a un tan esclarecido y bien nombrado Rey que tan amigo y estimado fue del Rey don Pedro su padre: como por lo bien que a los Reyes está visitarse, y conocerse por las personas: a fin de que viéndose como en espejo los unos a los otros, y lo que son, con lo que representan vengan en mayor conocimiento de si mismos: y consideren que el sujeto de su grandeza y dignidad Real es naturaleza humana, y que en sustancia no son más que los otros hombres, sino que viene de la mano de Dios, alzar los muchos a uno por Rey y sujetarle. Llevó pues consigo el Rey a don Atho de Foces su mayordomo mayor, a don Rodrigo Lizana, don Guillen de Moncada, Pedro Pérez justicia de Aragón, y a don Blasco Maza (no Alagón), del cual sobrenombre está equivocada la historia del Rey, como sea así que don Blasco de Alagón andaba entonces por el reyno de Valencia con Zeyt Abuzeyt en la conquista, como dijimos en el libro cuarto. Llegados pues a Tudela, no pudo ser el Rey, ni en la ciudad, ni fuera de ella, tan decentemente recibido, como a su Real persona se debía, por los impedimentos y dolencias del de Navarra. Antes fue necesario subir al castillo, y entrar dentro del retrete donde el Rey estaba, para en llegando, poderle más presto hablar que ver. Y así por entonces hechos sus cumplimientos de palabras amorosas, se salió a su aposento dentro en palacio, donde fue con todos los suyos muy espléndidamente hospedado. El día siguiente volvió a visitar al Rey don Sancho: el cual se esforzó a enderezarse en la cama, y comenzando su plática dijo al Rey. Que el grande amor y afición que le tenía junto con el deseo de ver su persona, por ser hijo de tan esclarecido padre como lo fue el Rey don Pedro su mayor amigo y compañero que tuvo en la victoria de Vbeda contra los Moros, había sido la principal causa para procurar su venida a Tudela: pero mucho más por acabar de entender del los felices successos que había oído de sus memorables empresas: habiéndose aventajado con ellas en valor y gloria, a todos los Reyes de España: y no menos por la propinquidad y vínculo del parentesco que entre ellos había: pues con ningún otro le tenía más conjunto que con él, excepto don Tibaldo su sobrino hijo de Tibaldo Conde de Champaña, y de doña Blanca su hermana. Al cual por su ingratitud y menosprecio de muchas buenas obras de padre que le había hecho: en fin le había dado ocasión para tratar y acabar con sus vasallos, le privasen de la sucesión del Reyno, y llamasen a él que tanto les convenía para todo beneficio común y defensa del mismo reyno. Por esto hallaba que para debilitarle la sucesión, ninguna otra vía mejor, ni más firme había, que prohijándose el uno al otro, y acogiéndose en el total derecho y sucesión de sus reynos. Pues podría con harto mejor partido ser él llamado a la sucesión de Navarra, que no él a la de Aragón: siendo ya viejo de LXXVIII años, y que no era posible naturalmente vivir más que él siendo mozo que apenas llegaba a los XXIIII (XXIV). Como acabó su plática el de Navarra, el Rey hizo muchas gracias por el buen concepto que de él tenía, y la afición y benevolencia con que lo confirmaba: que no faltaría por él de corresponder con su amor, y con todo el oficio de agradecimiento que le debía. Y en lo que tocaba al negocio de la adopción, que para él era muy nuevo y de mucha consideración, que pensaría sobre ello, comunicándolo con los suyos, y que entendido lo que era, y adonde podía llegar el efectuarse, sin perjuicio de sus reynos y sucesor, él se revolvería y le respondería. Con esto se salió afuera, y se fue a su aposento a tratar y consultar una tan grande novedad con los suyos.




Capítulo II. Como el Rey sabido el parecer y resolución de los de su consejo cerca el prohijamiento, la dio por respuesta al de Nauarra, el qual tuuo por buena, y del concierto que hizieron.
Maravillado quedó el Rey extrañamente de la proposición hecha por el de Nauarra. Y recogido en su aposento mandó llamar a los de su consejo que traía consigo: a los cuales notificó la larga plática que con el Rey de Nauarra había tenido, y lo que muy de veras le había propuesto cerca de la adopción y prohijamiento que habían de hacer el uno al otro, para poder entrar en la sucesión de los reynos. Puesto que el fin y alma de esta proposición le parecía no era otro, que por obligarle a la defensión de Nauarra contra Castellanos. Oyendo esto los del consejo se admiraron muy mucho de tal demanda, y aunque a la verdad parecía cosa muy aventajada para el de Aragón, todavía se altercó mucho, y hubo diversos pareceres sobre ello. Pues aunque al Rey le estaba muy bien, y le convenía el partido, si quiera para mayor confirmación del derecho antiguo que por sus antepasados fue adquirido al Reyno de Nauarra: pero que adoptar el Rey al de Nauarra, no le podía hacer, siendo vivo don Alonso su hijo único, ya jurado Príncipe sucesor por los barones y grandes, y por las villas y ciudades del Reyno, y también por los de Lérida. Porque era cosa monstruosa un viejo de casi 80 años, ser prohijado por un mozo de tan poca edad: y que también era muy fuera de razón y justicia convidar a otro a la sucesión del Reyno, echando fuera al legítimo sucesor del. Pues como se tratase esto entre ellos, y como cosa muy desaforada y contra toda razón, se dejase indeterminada y dudosa: con las mismas razones y dudas fue referida por don Blasco Maza, Foces y Lizana, al Rey de Nauarra. El cual lo representó así a los de su consejo. Pero como su fin era no tanto prohijar al Rey, cuanto valerse de su favor y ayuda contra los Castellanos, y esto importase muy mucho al Reyno: todavía volvió por respuesta a los mesmos, e insistió, en que cumplía se hiciese esta alianza y confederación por vía del prohijamiento: puesto que por él ningún derecho le quedase a la sucesión de Aragón sino muertos el Rey y el Príncipe don Alonso sin hijos. De suerte que leída esta determinación y decreto de los Navarros al Rey, los halló tan útiles, y honrosos para si, y para el Reyno de Aragón tan provechosos, que luego, con la aprobación de los de su consejo, solo que le quedase la sucesión, prometió de ayudar al Rey de Nauarra con todo su poder y estado: y cumplir con diligencia cuantos conciertos y capítulos sobre esto se formasen: y así el uno al otro se adoptaron de la manera que está dicho. Halláronse presentes a este célebre acto los principales señores de título, y Barones, con los síndicos de las ciudades y villas Reales del Reyno de Navarra, y también los señores y de su consejo que tajo (truxo) el Rey de Aragón. Los cuales por ambas partes con juramento afirmaron, que tendrían perpetuamente ellos y sus descendientes, por rato, y grato todo lo allí concertado y decretado. La cual adopción y prohijamiento, aceptados por los dos Reyes, y con la mano y sello de ellos firmados, se concluyó con tanta autoridad y firmeza, que no deben tener en poco los Reyes de Aragón su derecho tan justamente por esta vía adquirido a este Reyno: si quiera para más justificar la antigua y pacífica posesión que del tienen. Porque si se atiende a lo que significa adopción, si se considera que el Rey con todo el reyno de Nauarra, que podían, la hicieron, y con expreso juramento confirmaron el concierto y cumplimiento de ella: si se examinare la causa dello, que fue por valerse del favor y ayuda del Rey que adoptó, para beneficio y defensa del Reyno constituido en tan manifiesta necesidad: si en fin se tiene respeto, a que la cumplió el adoptado, y que lo defendió con su persona, gente, y dinero, muchas veces, y las hubo contra el Rey de Castilla, no embargante que era su propio yerno, como adelante se dirá, no hay otro que inferir de todo esto, sino que con la muerte del Rey don Sancho adoptante, se acabó de confirmar y consolidar la sucesión y derechos del Rey don Iayme el adoptado, y sus sucesores, en el reyno de Navarra. Según se muestra por el mesmo instrumento y auto de adopción, el cual pone Geronymo Zurita en el libro tercero de sus Annales de los Reyes de Aragón. Y que por ser auto tan célebre y solemne le inferiremos aquí palabra por palabra. Si quiera porque se entienda del lenguage que había entonces en el Reyno de Aragón, haber sido poco diferente en los vocablos, del que agora se usa, salvo en la pronunciación y estilo. 

https://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/24/48/ebook2473.pdf


Capítulo III. Contiene el tratado formal del auto de concordia y adopción que los dos Reyes de Aragón y Navarra se hicieron el uno al otro.

Capítulo III. Contiene el tratado formal del auto de concordia y adopción que los dos Reyes de Aragón y Navarra se hicieron el uno al otro.


Conocida cosa sea ad todos los que son, & son por venir, que yo don Iayme por la gracia de Dios Rey de Aragón, desaffillo ad todo ome, & affillo a vos don Sancho Rey de Nauarra de todos mios regnos, & de mias tierras, & de todos mios señoríos que oue ni he ni deuo auer, & de castiellos & de villas & de todos mis señorías. Et si por auentura deuiniesse de mi Rey de Aragó, antes q d vos Rey de Nauarra, vos Rey d Nauarra que herededes todo lo mio, assi como de suso es escrito, sines contradezimiento, ni contraria d hulhome del mundo Et por mayor firmeza de est feyto, & de esta auinença, quiero & mando que todos mios ricos homes, & mios vassallos, & mios pueblos juren a vos señoría Rey de Nauarra, que vos atienda lealmente (lealmét), como escrito es de suso. Et si no lo fiziessen, que fincassen por traydores, & que nos pudiessen saluar en ningún logar. Et yo el Rey de Aragon vos prometo, & vos conuiengo lealmét, que vos faga aentender, & vos atienda luego, assi como de suso es escrito: & si nó lo fiziesse, que fosse traydor por ello. Et si por auétura embargo y auenenguno de part de Roma, o houiere, yo Rey de Aragon so tenudo por conueniença por desferlo ad todo mio poder. Et si nul home dl sieglo vos quisiesse fer mal por est pleyto, ni por est paramiento que yo è vos femos, que yo vos ayude lealment contra todo home del mundo. Adonde mas que nos ayudemos cótra el Rey de Castiella toda via por fe sines engaño. Et yo dó Sancho Rey de Nauarra por la gracia de Dios, por estas palabras, & por estas conueniéças desafillo ad todo home, & afillo a vos don Iayme Rey de Aragon de todo el Regno d Nauarra, & de aquello qui el reyno de Nauarra pertañe: & quiero & mádo que todos mios ricos homes & mios Concellos juren a vos señoría, que vos atiendan esto con Nauarra, & có los castiellos, & con las villas si por auentura deuéiesse antes de mi que de vos. Et si no lo fiziessen que fossen traydores, assi como escrito es de suso. Et ambos ensemble femos paramiéto & conueniençia, que si por auétura yo en mía tierra camiasse ricos homes, o Alcaydes, o otros qualesquiere en mios castiellos, aquellos aqui yo los diere castiellos, o castiello, quiero & mádo que a qll qui los reciba por mi que viéga a vos, & vos faga homenage. Que vos atiéda esto assi como sobre escrito es. Et vos Rey de Aragon, que lo fagades cúplir a mi desta misma guisa, & por estas palabras en vuestra tierra. Et vos Rey de Aragó atendiendo me esto, yo don Sancho de Nauarra por la gracia de Dios, vos pmeto a buena fe que vos atienda esto assi como escrito es é esta carta. Et si no lo fiziesse que fosse traydor por ello, vos Rey de Aragó atédiédome esto assi como sobre escrito es en esta carta. Et sepá todos aqllos qui esta carta verá, que yo dó Iayme por la gracia de Dios Rey de Aragó: Et yo dó Sancho por la gracia de Dios Rey de Nauarra, amigamos entre nos por fe sines engaño & fiziemos homenage el vno al otro d boca & de manos, & juramos sobre quatro Euangelios que assi lo atendamos, Et son testimonios de est feyto, & de est paramiento que fizieró el Rey de Aragon, & el Rey de Nauarra, & del Affillamiento assi como escrito es en estas cartas, don Atho de Foces mayordomo dl Rey de Aragó, & don Rodrigo d Liçana, & don Guillen de Moncada, & don Blasco Maça, & don Pedro Sanz notario & repostero del Rey de Aragon. Et don Pedro Perez justicia de Aragon, & frayre Andreu Abad de Oliua, & Eximeno Oliuer móge, & Pedro Sáches d Variellas, & Pedro Exemenez de Valtierra, & Aznar d Vilana, & dó Martin de Miraglo, & don Guillé justicia de Tudela, & don Arnalt Alcalde de Ságuessa. Facta carta domingo segúdo día de Febrero en la fiesta de santa Maria Cádelera, in Era Millesima ducétissima sexagessima nona en el castillo de Tudela. Que fue año d la natiuidad del Señor M.CCXXXI. puesto que en este instrumento de la adopción, ninguna mención se hace del infante don Alonso, como el Rey lo affirma, por ventura de consentimiento de ambas partes.  




martes, 25 de diciembre de 2018

Ciudad de Alcañiz y sus afueras

Descripción Histórica, Artística, Detallada Y Circunstanciada de la Ciudad de Alcañiz Y Sus Afueras

Edición 2019 en papel y Kindle por Ramón Guimerá Lorente.

Consultar el PDF del original u otros formatos en la URL.

https://archive.org/details/bub_gb_aHJbcbRJCEoC/page/n5



Ciudad de Alcañiz Y Sus Afueras



por el presbítero D. Nicolás Sancho, ex prior del real monasterio de Rueda del orden de San Bernardo. / Císter /






Ciudad de Alcañiz y sus afueras, Nicolás Sancho Moreno


ALCAÑIZ: 1860.

Imprenta de Ulpiano Huerta, calle Mayor, núm. 56. 

Nota del editor:

He usado el libro en edición digital (pdf) para su actualización, las imágenes escaneadas de las páginas en muchas ocasiones son defectuosas, y el texto en gran parte es de un sistema OCR de reconocimiento de caracteres de google, de modo que habrá errores por no poderse leer bien en algunos fragmentos.



Muy ilustre señor

Habiéndose dignado V.I. Acoger benignamente esta mi humilde producción literaria (que no es más que un ensayo), titulada Descripción histórica, artística, detallada y circunstanciada de la ciudad de Alcañiz y sus afueras, compilo ahora con el grato deber de ofrecerla y consagrarla a V.I. En testimonio de mi gratitud, y en prueba del alto aprecio y estimación en que tengo sus nobles y elevados sentimientos por el esplendor y renombre de nuestra patria, los cuales son un fiel reflejo de los que igualmente animan a todos nuestros conciudadanos, de que es V.I su verdadero intérprete y legítimo representante.

Dígnese, pues, admitir benévola e indulgentemente esta exigua ofrenda, que tiene el honor de dedicarle su afectísimo servidor y capellán.

Nicolás Sancho


ADVERTENCIA PRELIMINAR.

1 . Al anunciar a mis Conciudadanos, en los primeros días de Junio del próximo año pasado, la publicación de este mi humilde escrito (cuyo proyecto había concebido pocos días antes), estaba muy lejos de pensar que lo daría a luz con la extensión que ahora tiene. Para lo primero influyeron circunstancias meramente casuales, pero ajenas del todo a mi anterior propósito de no escribir para el Publico, por lo mismo que me consideraba falto de luces y de conocimientos, y privado de las dotes y cualidades (calidades) necesarias: y para lo segundo, el compromiso del paso primero; esto es, el haberme resuelto a quebrantar mi determinación con poco examen, si bien con la idea halagüeña de un empeño fácil, patriótico, de pocas exigencias literarias, y de una extensión tal que no hubiera pasado de la sexta parte de lo que ahora contiene esta obra.

Poco tardé en conocer la situación crítica en que me había puesto mi fragilidad y el ciego impulso de hacer un pobre obsequio a mi patria; pues que esta exigía en mi obrita otras condiciones y circunstancias, para llenar, en algún modo, el gran vacío que se experimentaba de un libro especial, que abrazase y explicase convenientemente cuanto pudiera interesar y satisfacer los justos deseos de mis compatricios.

¿Y podía lograr esto un folleto? La descripción artística y detallada de Alcañiz y sus afueras, su antigüedad, su historia, sus héroes, sus glorias, sus monumentos, y mil y mil cosas de utilidad e interés, ¿podían tratarse y condensarse convenientemente en un pequeño volumen? Seguramente que nó: así que la necesidad de variar de plan, o por mejor decir, de dilatar su esfera, era patente, indeclinable; so pena de hacer inútil mi trabajo, defraudando al mismo tiempo los justos deseos de mis paisanos y amigos.

Habiéndome, pues, asaltado a la imaginación estas poderosas y exactas consideraciones cuando no estaba más que en el tercer pliego de la impresión de mi opúsculo, no pude menos de asentir a ellas, y de lanzarme a arrostrar las dificultades y consecuencias de mi nueva resolución.

No dejaron, empero, de ocurrirme entonces graves y serias reflexiones para retraerme de esta idea. La primera que se me puso delante, fue la que le indicaba San Gerónimo a Eliodoro hablándole de la incompetencia de los talentos medianos para las empresas literarias:
Los ingenios flacos, le decía, no son aptos para tratar grandes asuntos, pues que cuando los quieren acometer caen con la carga a la mitad del camino: y tanto más sucede esto, cuanto mayor es el empeño que han contraído, y mayor la dificultad que tienen que vencer; puesto que la dignidad de la elocución debe estar al nivel y altura del asunto, en cuyo escollo se ahogan y fracasan aquellos.
Lo mismo había expresado antes Horacio, en su famosa Epístola a los Pisones, con estas palabras:
Sumite maleriam vestris, qui scribitis, aequam viribus, et versate diu quid ferre recusent, quid valeant humeri.

Pero al propio tiempo que esto agobiaba mi espíritu, ocurríame también, entre otras cosas, lo que dice un Filósofo Griego (Hierocles) respecto a los obsequios que se tributan a la Patria. Esta, dice, como madre amorosa y benévola, admite y recibe siempre con gusto los dones que se le ofrecen por pequeños e insignificantes que sean; pues que van siempre envueltos en ellos, afectos y sentimientos de la mejor voluntad.

Fortalecido entonces con esta oportuna y expresiva sentencia; y teniendo además en cuenta, que el prolongado silencio de otros ingenios de mejor temple en no escribir de Alcañiz, disculpaba en gran manera mi atrevimiento, resolvíme por fin a llevar adelante la empresa, dándole toda la importancia y extensión que fueran compatibles con mis fuerzas, y con la naturaleza y límites del asunto.
Si la Patria es benévola y generosa, y si el amor a la misma, como dice Virgilio, vencerá las dificultades, vincet amor patriae, ¿porqué desfallecer ante el sacrificio que aquel
presupone y exige?
Adelante, pues (me decía con Cicerón); amemos de este modo a la patria; sirvamos con celo a la posteridad y gloria de la misma; y tengamos este proceder por el mejor y más acertado:
amemus patriam, posteritati et glorie serviamus id esse optimum putemus (M. Tulii Oratio pro Sextio).

He aquí, pues, expuestas con sinceridad las razones y motivos que me han decidido a emprender y concluir en breve espacio de tiempo este humilde ensayo, que con grande amor y voluntad ofrezco a mis conciudadanos; pero rogándoles al propio tiempo, que corrijan, enmienden, y disimulen las faltas que en él advirtieren, siquiera sea esto en compensación de lo bueno y meritorio que hallaren en obsequio y beneficio de nuestra patria.

Pasemos ahora a exponer la división y el plan de esta obra.

Toda ella está dividida en cuatro secciones o partes principales. Cada una de estas, va acompañada de cuantas notas interesantes y de actualidad hemos creído útil añadir al texto, para ilustrar oportunamente las materias que contiene. Y para aquellas que ofrecen mayor interés y que para tratarlas convenientemente requieren un lugar especial, hemos reservado unos Apéndices separados.
He aquí una idea sucinta de las Secciones y de sus Apéndices respectivos.

En la Sección primera, transcribimos la breve Descripción histórico - artística de Alcañiz, que en 1844 publicó en los Recuerdos y Bellezas de España el acreditado literato D. José María Quadrado, compañero y colaborador, que fue, del sabio y profundo Balmes. Deseando que nuestra Obra tenga el carácter de imparcialidad que debe tener, y que siempre se pone en duda en un escritor del mismo país, nos ha parecido muy del caso echar así su cimiento, dando con ello una prueba práctica de la rectitud de nuestra intención y propósito.

A esta sección acompañamos muchas notas de interés, y luego dos apéndices, que son los siguientes:
el primero contiene una curiosa Descripción de la antigua iglesia Colegial; joya preciosísima de arquitectura gótica, que con mal acuerdo se derribó al emprender la grande obra del nuevo templo.
El segundo es una Descripción artística de los ricos y variados mármoles y jaspes que encierra la actual Colegiata (que desgraciadamente ha descendido a Parroquia), con la procedencia de cada uno de aquellos; si bien la mayor parte son de las canteras riquísimas de esta Ciudad.

En la segunda sección nos detenemos en describir estensa y circunstanciadamente la Ciudad, sus afueras, sus términos, sus producciones, su comercio y su historia; dando además una idea del Partido judicial y del antiguo Corregimiento, que en cierto modo formaba una buena y extensa provincia.

Acompañan a esta sección cinco apéndices importantes.
En el primero la descripción del Santuario de Nuestra Señora de los Pueyos.
En el segundo, la de la suntuosa Capilla del Cementerio.
En el tercero la de las virtudes medicinales del agua de la fuente de Santa Lucía.
En el cuarto, una extensa disertación histórico critica sobre el famoso Parlamento de Aragón celebrado en Alcañiz en los años 1411 y 12.
En el quinto, otra disertación geográfica y polémica sobre el sitio en que estuvieron
Ergávica. y Anitorgis, Ciudades famosas del imperio romano en la España Citerior o Tarraconense.

En la tercera Sección presentamos una reseña histórica y bibliográfica de los hijos más ilustres de Alcañiz, terminada con una adición biográfica del Grande Orador sagrado del Siglo XVI D. Juan Bautista Lanuza, hijo ilustre de la Villa de Híjar del antiguo Partido y Corregimiento de Alcañiz.

Y después siguen tres apéndices, en los cuales hemos tenido el gusto de insertar algunos fragmentos notables y curiosos de Obras correspondientes a cada uno de los tres Autores alcañizanos a que aquellos se refieren.

Por fin, en la cuarta y última Sección, damos a luz varios documentos inéditos e importantes de la más remota antigüedad. Tales son:
la Carta - puebla de Alcañiz en 1157;
su donación inmediata a este Convento de la orden de Calatrava;
la erección de la Colegiata;
la Real pragmática elevando la villa de Alcañiz a la clase y categoría de Ciudad;
y la famosa sentencia y declaración en favor del sucesor a la Corona de este Reino D. Femando Príncipe de Antequera, que hemos tomado de la Colección
de documentos inéditos del archivo general de Barcelona, publicada de Real orden por el Sr. Bofarull.
Y todos estos documentos que se escribieron en latín, los hemos vertido a nuestra lengua, para que así puedan leerlos todos y entenderlos.

Tal es la extensión que hemos dado a esta obra, y tal la copiosidad (cópia) y variedad de las materias y asuntos que contiene.

Tarea árdua y compleja ha sido para nosotros, el reducir todo lo sobredicho a un sistema ordenado y metódico, y a una base fija de unidad y de concierto. Si solo fuera una historia nuestra obra, o si meramente se limitase a una descripción especial y determinada; entonces por sus leyes y prescripciones tendríamos ya una pauta segura.
Pero no es esto solo lo que contiene: el campo aquí, es más vasto, más universal, más variado (vário). Tiene todo lo sobredicho, y abraza además de diferentes modos y maneras, cuanto es propio y peculiar de Alcañiz, cuanto atañe a Alcañiz,

Considerándolo, pues, nosotros de este modo, nos ha parecido seguir el plan que acabamos de exponer; en el cual, del mejor modo que nos ha sido posible, desenvolvemos la multiplicidad en medio de la unidad, reduciéndolo todo armónicamente a una idea simple y fundamental, a lo que atañe a Alcañiz.

Hagámoslo ver claramente. Toda la obra contiene cuatro puntos capitales; a saber, descripción, historia, hombres célebres y documentos importantes de Alcañiz.

Estos puntos capitales se desenvuelven del modo siguiente: descripción general y descripción particular; historia en general e historia en particular; hombres célebres en general y hombres célebres en particular; y citas de documentos y hechos históricos en general, y exhibición de los mismos en particular.

La simple exposición de estas partes, indica que reina armónicamente en su conjunto una sola idea dominante, lo que atañe a Alcañiz; pero lo que vamos a añadir concluirá de aclararlo del todo.

Los puntos capitales de que hemos hecho mención, son las secciones, las cuales, a parte de su
objeto principal y de los muchos detalles que encierran, tratan o insinúan en general ciertas
materias importantes que requieren mayor ampliación, o que es útil y conveniente el detenerse en ellas. Pues bien; para hacerlo así separadamente, hemos adoptado los Apéndices dentro de sus respectivas Secciones. Y de esta suerte funcionan alternativamente (condensándose después en la unidad) lo abstracto y lo concreto, lo general y lo particular: esto es, lo general en las Secciones, y lo particular en los Apéndices; sin recargar en aquellas lo que sería intolerable y desproporcionado, y aplicando a estos lo que es conforme a su objeto y medida. De lo cual resulta en definitiva, que lo particular sigue y depende de lo general que lo produce y entraña.
Y estas son las razones principales que nos han determinado a la prosecución de este plan, contenido sintéticamente en el título general de la Obra: la cual terminamos con un índice sintético y analítico, para facilitar así a nuestros lectores su pronto examen y conocimiento.

Mucho podíamos decir acerca del valor y significación de algunos de los indicados puntos
capitales, pero, nos limitaremos a reseñar ligeramente el contenido de los mismos.

En primer lugar, tiene un interés y encanto indecibles para nuestra alma, la patria que nos vio
nacer, y en la que recibimos las primeras impresiones de los objetos exteriores. Así que, los vivos recuerdos de nuestras casas y de nuestros templos, de nuestras calles y de nuestras plazas, de nuestros montes y de nuestros términos, de nuestras fuentes y de nuestros ríos, y de nuestros campos y de nuestra vega; todos estos recuerdos, decimos, y otros muchos análogos a estos, son siempre, muy gratos y animados, y de puras y suavísimas emociones. Y esto es lo que detallan las descripciones de esta Ciudad y sus afueras, que ponemos en la primera y segunda Sección.

En cuanto a objetos, especiales y, determinados, no dejan también de ofrecer grande interés y admiración, la riqueza, hermosura y variedad de los mármoles y jaspes que encierra la suntuosa Colegiata, de que nos ocupamos detenidamente en el Apéndice segundo a la Sección primera.

La Disertación histórico-crítica del Parlamento de Aragón celebrado en Alcañiz a principios del Siglo XV, tiene por objeto un suceso singular e importantísimo, que por muchos conceptos es una gloria para Alcañiz, así como para todo el Reino de Aragón y para todos los Estados de esta renombrada Monarquía: es un hecho sin ejemplo en los fastos de nuestra historia y en la de otros Pueblos y Naciones.
¿Podíamos prescindir de él?
¿Podíamos citarlo solo de paso?
¿Podíamos tratar someramente esta página tan brillante?
Por eso, y porque ignoramos se haya ocupado ninguno expresamente del sobredicho Parlamento de Alcañiz, que con el de Tortosa produjo el célebre Compromiso de Caspe, y éste la pasmosa elección de un nuevo sucesor a la conturbada Monarquía aragonesa; por eso decimos nos hemos determinado a ensayar críticamente su historia en el cuarto Apéndice a la segunda Sección; completándola aun después con una Biografía del Papa Luna (el Antipapa Benedicto XIII) que tanto intervino en este complicado negocio, y cuyas circunstancias personales convenía aquí deslindar.

También era conveniente y oportuno aclarar y resolver en definitiva la antigua y ruidosa cuestión de Ergávica, cuya ciudad celtíbera situábanla algunos en Alcañiz. Pero como actualmente no hay ningún geógrafo ni escritor que opine de este modo; y como los notables adelantos que se han hecho en los estudios de la historia árabe, de la geografía comparada, de la litología y de la crítica demuestran lo contrario, nos hemos visto precisados a entrar de lleno en esta cuestión doméstica, digámoslo así, escribiendo al efecto la extensa disertación polémica que atrás hemos indicado. En ella probamos con gran copia de datos y argumentos el sitio preciso de aquella Ciudad, y la mucha probabilidad que tiene la opinión de que la antigua Anitorgis de la Edetania corresponde a Alcañiz. Con cuyo motivo damos en el quinto Apéndice de la Sección segunda, muchas y curiosas noticias de las Ciudades, límites y circunscripciones de la Celtiberia y de la Edetania, según las respetables autoridades de Plinio, Estrabon, Ptolomeo, Tito Livio, y otros geógrafos e historiadores de conocida fama y reputación.

Los hombres ilustres que en todos tiempos ha producido Alcañiz, son seguramente su principal ornamento y constituyen el titulo más legítimo de sus glorias. El ocuparnos, pues, de ellos, como lo hacemos en la tercera Sección, era para nosotros un deber primordial e indeclinable.
Y he aquí porque en medio de las graves dificultades que nos ha presentado la escasez de datos y antecedentes sobre los mismos, no hemos cejado un punto en nuestro empeño, pudiendo aun ofrecer a nuestros paisanos, treinta reseñas histórico-bibliográficas de escritores e hijos ilustres de esta Ciudad, muchos de ellos hombres eminentísimos.

Finalmente, los documentos que en la Sección cuarta transcribimos, justifican, determinan y amplían algunos datos históricos que en esta obra hemos aducido; satisfaciendo at mismo tiempo la curiosidad: que naturalmente excitan estos raros y preciosos testimonios de nuestra venerable antigüedad próximos ya a desaparecer, y que son un fiel reflejo del carácter y circunstancias de aquella nuestra naciente sociedad política.

Algo podríamos aun alargarnos en hacer ver las serias dificultades que nos ha opuesto la falta
de noticias y de antecedentes, que hemos indicado, para el desempeño de nuestro humilde trabajo; pero solo diremos acerca de esto lo siguiente.

El rico archivo de esta Ciudad desapareció por completo en la aciaga época de la guerra de la independencia. Únicamente nos ha quedado su índice, qué compone nada menos que 200 páginas en folio: de lo cual puede inferirse la grande extensión e importancia que aquel tendría.

De las muchas obras literarias que en todos tiempos han dado a luz los ingenios de Alcañiz, es rarísima la que se conserva en el día en manos de algún curioso particular. Y por lo que respecta a las Memorias y Apuntes de esto Ciudad, solo tenemos un ejemplar manuscrito de la Historia de la misma, que en 1704 publicó el escribano Pedro Juan Zapater el cual con laudable celo copió y trasladó oportunamente el erudito patricio alcañizano, D. Evaristo Colera, Rector, poco ha, de Valdeltormo; a cuya incansable pluma se debe también la conservación de otros papeles apreciables.

Pero la mencionada Historia de Zapater, que consta de 600 páginas en folio y que emplea más de 200 en hablar de Ergávica, es pobrísima en las biografías de los hijos de Alcañiz, escasa y poco esmerada en la descripción de esta Ciudad, y solo difusa y abundante en lo de Ergávica (que creémos extraño a nuestra localidad,), y en lo que tiene relación con las Iglesias, con los conventos, y con el muy célebre de la Orden de Calatrava.
El Sr. Zapater hizo, sin embarco, un gran servicio a su patria, que le agradece muy cordialmente; pero su obra se resiente no poco del tiempo en que se escribió.

Nos ha sido preciso, pues, colocarnos en otro terreno, y consultar, además de lo dicho, cuantas obras y documentos útiles a nuestro intento hemos podido adquirir desde este rincón de España; aunque no han sido tantas como deseáramos. Zurita, Abarca, Asso, Latassa, Mariana, Bofarull y otros varios escritores, han sido nuestros guías principales; y de ellos hemos sacado la débil luz de nuestros cortos conocimientos, en el tiempo que nos hemos consagrado, al trabajo de esta obra. Confesamos francamente, que debíamos habernos detenido algo más en limarla y corregirla; pero no hemos creído prudente diferir su publicación pues que la habíamos anunciado al Público y deseábamos cumplirle cuanto antes la palabra.

En medio de la insignificancia y desaliño que han precedido (presidido) a su redacción, hemos tenido que tocar muchos puntos y materias diferentes, y emplear en ellas diversos tonos y elocuciones; cuya dificultad ha aumentado no poco la convicción de nuestra fundada desconfianza. Pero sin embargo; aliéntanos algún tanto la indulgencia que esperamos de nuestros conciudadanos, y el amor y benevolencia de la Patria, que como atrás se ha dicho, admite siempre con gusto cualesquiera dones y obsequios que se le tributan.
Si el nuestro es exiguo y de poca monta, cuando menos representa la dignidad e importancia de un grande objeto, de un grande asunto, la glorificación de la Patria: lo cual compensa en gran manera la pequeñez e insuficiencia de esta ofrenda, que le hacemos con buena voluntad y sin livianas pretensiones.
¡Quiera el Cielo, que otros ingenios más fecundos y afortunados, se estimulen con ella a levantar sólida y cumplidamente el monumento de nuestras glorias alcañizanas; ya que solo hemos podido nosotros acercar a él algunas piedras y materiales!

Alcañiz, 1 de Marzo de 1860.