jueves, 29 de julio de 2021

V, LA COVA DE BETLEM.

V

LA COVA DE BETLEM.

Ja sabets quel bon Jhesús
En la nit que El naxía
Feya als ángels lá sus
Cridar pau e cortesía:
Al mon venir no volía
Mentre hi hac divisió;
Amor e dilectió
Al bon Senyor li plasía.

(Fra Entelm Turmeda.)

Veniu, pastors qui guardau les vigilies de la nit; vosaltres, qui pasturau les manses ovelletes en los contorns de la filla de Salem; vosaltres, qu´heu sentida la veu de los arcángels, quant la claror esbalahidora per plans y per montanyes resplendía; vosaltres, qu´heu ascoltat, esferehits y en éxtassis, lo cántich celestial que proclamava: “Gloria á Deu en les Altures, y pau en la terra á los hòmens de bona voluntat.”


V
LA CUEVA DE BELEN.

Sabéis que Jesucristo en la noche de su nacimiento,
hacía que los ángeles anunciasen por el cielo paz y buena voluntad. No quiso venir al mundo miéntras hubo discordia; amor, amor puro, fué la complacencia del buen Dios.
(Fray Anselmo Turmeda.)

Venid, pastores que guardáis las vigilias de la noche; vosotros, que apacentáis las mansas ovejuelas por los alrededores de la hija de Sion; vosotros, que oísteis la voz de los arcángeles, cuando la imponente claridad resplandecía por llanos y montañas; vosotros, que escuchasteis, en el éxtasis del temor, el cántico celestial que proclamaba: “Gloria á Dios en las alturas, y paz en la tierra á los hombres de buena voluntad.”


Veniu, pastors, animetes lleals y compasives.
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Es nat un Salvador. Anem, cerquemlo, y presentemli la llana més hermosa dels anyells, la llet més blanca de la tendra ovella, lo més triat cistell de dolços fruyts. L´amor religiosa, que fa son niu de roses vermellenques dintre del vostre cor, vos donará les místigues ofrenes que fidelment y humil li posaréu. Lo suau flaviolet de llavorada canya, de l´horta y los gorets pura delicia, y el tamborino, de la festa la pau y la bonança, li tocaréu ballant per alegrarlo.

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Veniu, pastors, cors sense fel, senzills com la coloma.
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Ja veym la santa cova. La rústiga porxada les bisties del camp encobría; mes ara dona cobro á un ninet de cabells rossos com un fil d´or, de cara resplendent com un ivori, en braços de una noble Joveneta, més pura que de la neu la no tocada flovia, més bella que la vermellor del nigulet de
l´auba.

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Veniu, pastors; veniu atxerovides pastorelles, de la virtut y de la gracia sempre corals amigues.


Venid, pastores, almas leales y compasivas.

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Os ha nacido un Salvador. Vamos, busquémoslo, y presentémosle la más hermosa lana de los borreguillos, la leche más blanca de la jóven oveja, la más escogida cesta de dulce fruta. El amor de Dios, que de bermejizas rosas construye nido en nuestro corazon, os proporcionará las místicas ofrendas que con fiel humildad le llevaréis. El torloroto de labrada caña, alegría de los prados, y el tamboril, que es paz y regocijo de las fiestas, tocaréis bailando para alegrarle.

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Venid, pastores, corazones sin hiel, sencillos como la paloma.

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Ya vemos la santa Cueva. El rústico cobertizo resguardaba de la intemperie bestias del campo; mas hora cobija á un niñito de cabellos rubios como hilos de oro, de cara reluciente como el marfil, en brazos de noble Vírgen, más pura que el ampo de no tocada nieve, más bella que las encendidas nubes de la aurora.

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Venid, pastores; venid, lindas zagalas, siempre de la gracia y de la virtud íntimas compañeras.


No veig, no veig la vella menjadora; no veig, no veig les ruines esfondrades; no sent los alens del bou y de la mula... La Mare verge té ´l fillet demunt; lo besa milions de vegades, y´l bolca ab amorosa reverencia. Joseph li porta los blanquíssims draps, y les netes y enmidonades faxes; una llágrima cau de ses pipelles. Y la gloria divinal de lo etern Pare, y la flama viva de lo etern Esperit, de llum y majestat omplen lo primer alberch de l´eterna Sabiduría incarnada.

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Veniu, pastors de Israel y de Judá, agenollats posauvos devant el senyor Deu.

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Angels, arcángels, tronos, dominacions, poders, principats, virtuts, querubins y serafins, benhaurades criatures de l´altíssima gloria, cantáu ab vostres harpes melodioses; derramáu les notes de les vostres cítares profétiques per los espays ahont rodan les estrelles, per les amples cordilleres de la terra, per los serrals y collades, per les viles y ciutats, per les mars y los rius, per hontsevulla los fills de Deu aman y esperan.

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Veniu, pastors.
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No quiero ver el viejo pesebre; no quiero ver las derribadas ruinas; no oigo la respiracion del buey y de la mula... La Madre vírgen tiene á su hijito en el regazo; lo besa millares de veces; y le empaña con amorosa reverencia. José le da los blanquísimos pañales, las limpias y almidonadas fajas; una lágrima rueda por sus mejillas. Y la divina gloria del eterno Padre, y la viva llama del eterno Espíritu, llenan de luz y majestad el primer albergue de la eterna Sabiduría encarnada.

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Venid, pastores de Israel y de Judá, arrodillaos ante el Señor Dios.

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Angeles, arcángeles, tronos, dominaciones, poderes, principados, virtudes, querubines y serafines, bienaventuradas criaturas de la altísima Gloria, cantad, cantad con vuestras melodiosas arpas; derramad las notas de vuestras proféticas cítaras por los espacios donde giran las estrellas, por las anchas cordilleras del globo, por colinas y gargantas, por pueblos y ciudades, por mares y ríos; por do quiera los hijos de Dios esperan y aman.

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Venid, pastores.

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La mare verge posa el minyonet en la vella menjadora, de palla menuda y encalentida plena. ¡Ah! lo minyó té fret, perque gela esta ivernada; tremola de fredor, ´par que suspira. ¡Ah!, l´anyellet del Senyor, ninet del Cel, que naxes en la terra, fill de puríssimes entranyes, tu l´humanal llinatje vens á rembre. Plora y suspira; també plora y suspira la malaltissa Humanitat. ¡Ah! ¡Redemptor! Permetnos que besem d´aquexa cova la beneyta pedruscada, ó les floretes silvestres: voldríam ara al manco un brotet de romaní; al manco un ramerol de les sibines y barba d´olivera, pera ferne tot l´any piadosa cortesía. 

Amar, volem amarnos, y amarte pera sempre.

¡Ah! ¡Salvador! ¡Emmanuel! ¡Deu ab nosaltres.

Decembre de 1876.


La Madre Vírgen pone al parvulillo en el viejo pesebre, de menuda y caliente paja lleno. ¡Ah! el parvulillo tiene frío, porque este invierno hiela; está tiritando, paréceme que suspira. Niño del cielo que naces en la tierra; Hijo de purísimas entrañas; Tú vienes á redimir el humano linaje. Llora y suspira; tambien suspira y llora la enfermiza humanidad.
¡Ah! ¡Redentor! Permítenos que besemos el cascajo de esa cueva, ó las florecillas silvestres: á lo ménos desearíamos de ella una mata de romero, un ramito de las sabinas ó de afelpado musgo, para guardarlo piadosamente todo el año. Sí, queremos amarnos, y amarte para siempre. ¡Ah! ¡Salvador! ¡Emanuel! ¡Dios con nosotros!

IV, Á LA VINGUDA DEL SENYOR.

IV

Á LA VINGUDA DEL SENYOR.


Deus ipse veniet,
et salvabit vos
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(ISAÍAS: Capítol XXV; verset 4.)

Boyrós era lo día;
Del temple de Salem lo Rey profeta
Del Sacrifici exía;
La veu del sant poeta
Poble, guerrers é sacerdots movía.

Ab l´arpa misteriosa
Lo Rey sòns misteriosos escampava:
Sa veu maravellosa
De Jehovah exalçava
Lo Braç potent, la Gracia victoriosa.


IV

Á LA VENIDA DEL SEÑOR.

El cielo estaba nublado; el Rey profeta salía del templo de Jerusalem, de ofrecer un sacrificio; la voz del divino Vate atraía pueblo, guerreros y sacerdotes.

De su misteriosa arpa, el Rey arrancaba sonidos misteriosos; su admirable voz ensalzaba el potente Brazo de Jehovah, su Gracia victoriosa.

Cantava la destresa
Dels inimichs de Deu, l´ardenta ira
Dins de son cor encesa
Contra l´humil, que mira
En Deu l´únich consol de l´orfanesa.

Contra Vos, Senyor, deya,
É vostre Ungit, del Assia les maynades
Que un temps l´odi desfeya,
Pe´l Maligne aplegades
Arman d´ira é de fel son cor de teya.

É sempre llum boyrosa,
É sempre la host del Bé queda retuda,
Ab sa gloria confosa;
May vehem asseguda
La gent á l´ombra de la pau ditxosa.

Los hòmens estantissa
É esgrogahida l´esperança tenen;
Com vïatjer que frissa
Son camí tots emprenen
Per la costa del mal llenegadissa.

Digáu, de les Altures
Oh gran Poder, ¿fugir atabuxada
Veurán les criatures
La virtut? ¿Maltractada
La virtut ha de ser per mans impures?”


Cantaba la astucia de los enemigos de Dios, la saña encendida en su corazon, contra los humildes que en Dios ponen el único bálsamo de la horfandad.

Y decía: “Señor, contra Ti y contra tu Ungido, las muchedumbres del Asia, ántes desunidas por odios de tribu, ahora por el genio del mal adunadas, arman de ira y de hiel sus pétreos corazones.

Siempre dudosa luz; siempre las huestes del bien son derrotadas, y confundida su gloria; nunca los pueblos se sientan á la sombra de la paz.

Los hombres tienen marchita y amarillenta la flor de la Esperanza; como viajero que lleva prisa, todos emprenden su camino por la resbaladiza rampa del mal.

Díme, oh gran poder altísimo, ¿veremos huír la virtud, arrojada de los hogares? ¿Veremos cómo manos impuras maltratan la virtud honesta?”


De rebent, quant exía
De los núbols un raig de blanca aurora
Que la fosca aclaría,
La terra venidora
Devant lo Rey profeta resplendía.

Son pensament alçava
Les portes eternals; tota gojosa
Sa cara se inflamava;
É á l´harpa silenciosa
Nova harmonía l´Esperit dictava:

Reviu, oh Patria mía,
Reviu com may ta sempiterna gloria;
Rodeja l´alegría
Mon cor per la victoria
Que Jehovah nos dona en lo gran día!

Baxa de les Altures
Lo Braç de Deu, é omnipotent arranca
Les nissagues impures;
La malvestat ja manca,
Lo crim en mig del caminal aturas´!

“ ¡Furia de la batalla!
Lo Braç de Deu netejará la terra,
De lleons ampla valla.
¡Còm poderós los ferra!...
Mes ¡no! ¡lo pur Amor del cel devalla!...


De repente, al brillar entre las nubes un rayo de blanca luz, que disipaba la oscuridad, la tierra de lo porvenir se aparecía radiante á los ojos del Rey profeta.

Su pensamiento levantaba las puertas eternales; enardecíase regocijado su rostro; y al arpa silenciosa el Espíritu de Dios dictaba nuevas armonías.

¡Revive, oh patria, revive como nunca tu sempiterna gloria; la alegría rodea mi corazon por el triunfo que Jehovah nos ha de dar en el gran día!

Baja de las Alturas el Brazo de Dios, y, omnipotente, arranca de la tierra el predominio de las razas del mal; la iniquidad mengua; el crímen se pára estupefacto en mitad de su camino.

¡Ardor de la batalla! El Brazo de Dios limpia la tierra, ancha cerca de leones. ¡Con qué poder los encadena!... Mas ¡no! ¡el Amor puro baja del cielo!


Baix d´esventada runa,
En mig del camp desert, á la mal hora
De fredosa nit bruna,
Jau en la menjadora
Lo fill del Rey, pobret sense fortuna.

Los ángels aparexen;
¡Pau! repeteix la il-luminada esfera;
Pastors allá conexen
La ditxa que´ls espera,
É anyells de llet al Recent Nat ofrexen.

É vénen de l´aurora,
Los reys de illes lunyanes, hont oviran
L´estrella brilladora;
¿Veyèu camells que giran
É á Éphrata s´en vénen benfactora?

Lo mon se regenera,
Baxa claror de l´eternal Altura,
Lo Rey Ungit impera,
S´esglaya l´impostura,
La humilitat arboran per bandera.

Calláu; viu establerta
La justicia en lo cor, sens ferhi nosa;
La porta s´es oberta
De lo Ver, abans closa;
Hont se vulla la pau regna complerta.

En unas ruinas expuestas al vendabal, en campo desierto, á las altas horas de oscura y fría noche, acostado en un pesebre, pobrecito sin fortuna, está el Hijo del Rey.

Los ángeles descienden; paz repite la deslumbrante esfera; pastores conocen la dicha que les aguarda, y ofrecen tiernos recentales al Recien Nacido.

“Y vienen de las partes de la aurora los reyes de las lejanas islas, donde vieron la brillante estrella. ¿Veis esos camellos que se acercan, y llegan á la bienhechora Éfrata?

El mundo se regenera; la luz desciende de los montes eternos; reina el Rey Ungido; desmáyase la mentira; enarbólase la bandera de la humildad.

¡Silencio!... La justicia vive sin empacho, en el corazon; las puertas de la verdad, ántes cerradas, hanse abierto de par en par; completa paz impera por doquier.



É la terra, corcada
Com un camp de blat mort, de nou s´estufa;
Lo cel plou sa rosada
Qu´es el Just, y s´arrufa
Ab ses rencors l´enveja malanada.

É vénen, é cobrexen
Monts de Israël los negres de l´Arabia;
Los de Sabá partexen;
É´ls deus de la India sabia,
De marbre enrevoltats, se migpartexen.

Noves virtuts sadollan
Lo llinatje humanal; los vents de guerra
No´s mouen ni sorollan;
Les nacions de la terra
Devant lo Crist plegades s´agenollan.

¡Hala! ¡hala! ¡L´aliança
Cantáu dels fills de Deu, pobles extesos
Pe´ls camps de l´esperança!
¡Los grillons están fesos!
¡L´hora s´en ve de vostra deslliurança!”

Diu Davit. Ascoltaren
Poble, guerrers é sacerdots; é á una
Los timbals ressonaren,
Contents ab sa fortuna,
É abraçantse ab amor tots exclamaren:

¡Saludemlo, eix gran Día,

Día de glories, de inmortal ventura!

¡Ay! ¡lo mal nos perdía;
Pero en la Etat futura
Deu, Deu nos salvará! ¡Beneyt Ell sía!”

Febrer de 1869.


Y la tierra, carcomida como campo de trigo muerto, de nuevo se restaura; el cielo llueve su rocío, que es el Justo; y acobárdase la envidia con todos sus rencores.

Y vienen, y cubren montes de Israel los negros de la Arabia; parten los de Sabá; y los marmóreos dioses de la docta India caen hechos pedazos.

Nuevas virtudes alimentan el humano linaje; ya no soplan los vientos de la guerra; las naciones todas se arrodillan ante el Cristo.

¡Ea! ¡Cantad la alianza de los hijos de Dios, pueblos tendidos por los campos de la esperanza! ¡Las cadenas están rotas! ¡Llega la hora de vuestra libertad!”

Dijo David. Pueblo, guerreros y sacerdotes escucharon contentos. Sonaron á una los címbalos; y, abrazándose unos á otros, exclamaron:

Saludemos ese gran día, día de glorias, de venturas inmortales.
¡Ay! ¡la maldad nos pierde; pero en el tiempo futuro, Dios, Dios mismo nos salvará! ¡Bendito sea!”